25/2/14

Geometría del adiós.




Según la R.A.E. "adiós" es la interjección que sirve para despedirse. Pero, cuántos adioses distintos hay. Algunos son rápidos y liberadores, otros lentamente desgarrados, como la hoja de un puñal poco afilado, los hay pesados como una losa o que se van volando y se olvidan con la misma rapidez, sin embargo otros son eternos y se quedan en la memoria

. Hay tantas despedidas como situaciones y personas.
El adios a la muestra de las alumnas de 3º de la EMTZ ha sido triste. Pensando, no te marches todavía, quédate un poco más, ves como ha llegado la inevitable despedida, y te alejas sin ganas, pero con un buen sabor de boca, ese que dejan los buenos momentos.
Había una escenografía sencilla y elegante, ambientaba perfectamente el espacio donde se desarrollaba cada acción. Las actrices daban vida al decorado y no eran tapadas por éste, como ocurre en otras ocasiones.
Los movimientos eran limpios y precisos, dejando entrever en todas las coreografías las horas de trabajo que había detrás. Cuatro actrices y un actor, sincronizaban un baile en pocos segundos para dar vida a una conversación, distintas despedidas a cinco voces alrededor de una gran mesa formada por otras cuatro más pequeñas.

El paseo de la mano de cada una de ellas por las historias que se sucedían entorno al adios. Porque como dice el director. "Nos pasamos la vida en un constante adios...Por eso los adioses no son ni buenos ni malos, sencillamente están ahi, forman parte de nuestras vidas."

24/2/14

Un año más tarde



Mientras desayunaba, preguntaba a toda la familia "¿Qué hago, voy  a Alcalá desde Alagón o desde Gallur?" Mi madre me preguntó por qué no iba hasta allí y ella misma se respondió, "Se me olvidaba que quieres andar."


Me monté en el coche, con la duda de qué ruta coger. Por el camino escuché, o mejor dicho recordé la voz de Marissa diciéndome "Tienes que tomar una decisión, equivocate. Toma una decisión y llévala hasta el final."
Salgo desde aquí, pensé, en la entrada de Alagón mientras sonaba Road Ramos, con voz firme, pero a los segundos se transformó ¿No está allí el tramo de carretera que tan poco me gusta? ¿O está más adelante? ¿No serán poco kilómetros, o muchos? y si...¡Basta! No dudes camina, dije en voz alta.  Una pareja que había en la chopera, al lado, con un perro me miró y sonriendo me saludaron.  


Otra vez tenía delante esa pequeña casa. Comprendí que había elegido equivocarme. Pensé por un instante en coger el coche y adelantar más, pero como decimos en "Oregón" "Pa'qué tanto".

 

Al poco rato allí estaba, el letrero. Decía que me quedaban dos kilómetro de carretera estrecha y sin arcén. En fin, me dije, este es el camino que has elegido.


Llegamos a Cabañas después de un rato tragando el asfalto mientras esquivábamos los coches. A la salida el Ebro nos estaba esperando y después...





Intenté hacer unas fotos de Neko con la figura de Sancho, pero empezó a ladrar muerto de miedo.



Solamente había visto esa casa abandonada una vez, hacía un año. Pero al tenerla de nuevo enfrente, creí que durante este tiempo había regresado cada día. 



De nuevo el canto de un pájaro, me hizo regresar al aquí y ahora. 


Hace un año.


Neko
Mientras comía, un grupo regresaba de pasear por la ribera el río. Saludé, un mozo se acercó. 
-¿Estás haciendo el Camino de Santiago o la Ruta del Ebro?
Era la segunda vez que me lo preguntaban y en las dos ocasiones recordé todas las variantes, incluidas las respuestas del año pasado. Pero igual que el río, ni el camino ni yo somos los mismos. Regresé, esta vez con Neko y Stanislavki, al lugar donde Cervantes hizo que el Quijote y Sancho pasaran mil aventuras, con la esperanza de que se me pegara algo.